En la vida hay que no sabes si existe la suerte, días ¡tan duros!
que a veces desearías no haberte levantado, no haber abierto ni siquiera los
ojos, haber fingido que estas mala para no ir a clase, para que simplemente
nadie te molestase. Pero no tienes opción tienes que levantarte de la cama,
¿porque? ¡porque sí! porque tienes que ir a clase y aunque te cueste, tienes
que ser fuerte. sí, es difícil pero hay alguien que te ayuda a sacarlas,
alguien que te hace reír nada mas te levantas, esa voz medio dormida a las ocho
y media de la mañana, que alivia tus males y penas,(por lo menos cuando hablas
con él, hay días que esa voz es suficiente para poder levantarte con la tonta
sonrisa que él te ha dejado en la cara, pero hay días que necesitas mas, días
que incluso cuando ya habéis colgado sigues estando triste. aun así decides
seguir y no tirar a la basura tu futuro, en esos días que lloras pero no sabes
porque, esos días que intentas entender el mundo pero que por mucho esfuerzo
que le pongas no lo consigues, esos días que te haces tantas preguntas que
cuando intentas pensar en la respuesta todavía te salen aún más preguntas.
Esos días ¡YO! al llegar de clase, en vez de irme a casa me subo
al trastero, es el lugar en el que sé que voy a estar completamente sola
acompañada únicamente del eco del silencio mientras la oscuridad me envuelve
sobre un fuerte abrazo, ya he echado el colchón al suelo y dejo caer en el mi
pesado y triste cuerpo, me pongo los cascos que están conectados al móvil,
seguidamente pongo música relajante y cojo el billete de mi viaje al paraíso
mientras cierro los ojos envuelta en el suave humo de la ganjah y me acomodo en
el sillón de los sueños.
¡Ahí estás tú! tumbado en una hamaca amarrada a dos palmeras
dejando que el sol haga resplandecer tu desnudo cuerpo de tal manera que llama
la total atención de mi mirada, mientras camino hacia ti noto como la arena
resbala por la planta de mis pies, produciendo en mi una rara sensación; estoy
tan relajada que hasta siento cómo al pisar, los granos de arena van poco a
poco separándose, cómo rebota en mi rostro la luz solar creando así un efecto
de palidez en el color de mi piel, los ojos se me iluminan cada vez más al ver
que estoy aún más cerca de tí, llego y me tumbo a tu lado. Suspirando de alivio
y sorprendida exclamo en silencio de tranquilidad ¡Ya estás aquí! ¡Ya estás
conmigo! te cojo la mano mientras paso la otra por encima de ti dándote un
abrazo y dejando caer mi cabeza en tu pecho, mirándote a los ojos. Prosigo acariciándote
el cuerpo de arriba a abajo!! Me levanto uniendo tus labios con los míos
haciendo así una unidad, me pongo encima y en medio de un magreo mi cuerpo roza
el tuyo notando como lentamente se nos va poniendo la piel de gallina y el
cuerpo se estremece suavemente. Te abrazo y dejo que te adentres en mí, entre
gemidos de placer y mientras te beso te digo lo mucho que te quiero lo mucho
que te he echado de menos y en el último suspiro de placer dejando nuestros
cuerpos totalmente inmóviles sobre la hamaca todavía meciéndose del vaivén de
nuestros cuerpos hace poco.
Disfrutamos: de la brisa azotando ligeramente las ramas de las
palmeras, del sonido producido por el mar chocando contra las rocas que va
desvaneciendo cada vez que se acerca a la orilla de la playa con las aguas
totalmente cristalinas y resplandecientes.
Decidimos levantarnos y correr hacia el agua, deceleramos el paso
mientras las saladas gotas del mar nos salpican el cuerpo al patear las olas.
Jugamos, nos divertimos mojándonos el uno al otro, acercándonos y en un fuerte
abrazo con unas sonoras risas, el paisaje va oscureciendo hasta que finalmente
abro los ojos y me lamento al ver que ya no estás conmigo pero me levanto
contenta porque por lo menos he podido volver a verte una vez más!!!
TE QUIERO!!!!
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